jueves, 23 de junio de 2016

EL SANADOR DE BETHESDA Y LA TEMPLANZA DEL TAROT


Begoña Osés 
Psicóloga
En el evangelio se habla de un ángel que bajaba de vez en cuando a una fuente de agua, en un lugar llamado Bethesda, (“casa de misericordia" en hebreo) donde se agrupaban muchísimas personas con distintas dolencias físicas, esperando ser sanadas por este ser angelical, el que una vez que aparecía, movía el agua con su pie... el primero en lograr entrar a la pileta en ese preciso instante, tenía la suerte de salir completamente sano.
Se dice que este ángel correspondería al arcángel Rafael, cuyo nombre puede traducirse como "Dios sana", y quien ha sido tradicionalmente el encargado de las enfermedades y de todas las heridas de los hombres.
En Evangelio de San Juan, Capítulo V, versículos 1 al 9, se nos dice:
"Después de estas cosas, había una fiesta de los judíos, y  Jesús subió a Jerusalén. En Jerusalén, cerca de la puerta de las ovejas, hay un estanque, llamado en hebreo Bethesda, el cual tiene cinco pórticos. En ellos,yacían muchos enfermos, ciegos, cojos y  paralíticos, que esperaban el movimientos del agua, porque un ángel descendía al estanque de vez en cuando, y agitaba el agua, y el primero que descendía al estanque después del movimiento del agua, quedaba sano de cualquier enfermedad que tuviera.Allí había un hombre que hacía treinta y ocho años que estaba enfermo. Cuando Jesús lo vio acostado y se enteró de que llevaba ya mucho tiempo así, le dijo:
-¿Quieres ser sano?
El enfermo le respondió:
 -Señor, no tengo a nadie que me meta en el estanque cuando el agua se agita; y en lo que llego, otro baja antes que yo.-
Jesús le dijo:
-Levántate, toma tu lecho y vete.-
Y al instante aquel hombre fue sanado. Y tomó su lecho y se fue.

La fuente inspirada en este evangelio fue construida en el Central Park de Nueva York, en el año 1842,
y conmemora la construcción del sistema de agua de Croton, el primero que trajo agua dulce a la ciudad de Nueva York.
En relación a la carta de la Templanza, la número 14 en el Tarot, en general se la representa como un ángel asexuado, con un pie en la tierra y otro en una especie de lago, intercambiando agua entre dos cántaros, con una destreza singular, como si esta acción no requiriera mayor esfuerzo. Esto, porque el ángel tiene la habilidad de combinar distintas situaciones, que a veces pueden parecer incluso contrapuestas, logrando un resultado armónico, bello.
Es también la carta de la "protección divina", que invita a arriesgarse y a confiar; nada malo va a pasarme...
Este arcano nos habla principalmente de la salud, tanto física como emocional y espiritual; su aparición en una tirada siempre es recibida con esperanza, con la confianza de que nos esperan tiempos de buena salud y armonía general.
Ya presentados someramente los personajes, la asociación entre ellos se va dando de manera espontánea...ambos seres       angelicales, sanadores, que mueven las aguas con sus pies, cuya aparición es ansiada y esperanzadora al mismo tiempo, y que ya por su sola imagen, aún cuando uno no tenga información detallada al respecto, producen en el observador una sensación de bienestar, de optimismo, de cierta plenitud espiritual, me atrevería a decir.
¿Existirá alguna relación más profunda y objetiva entre ellos, de alguna manera intencionada, "pensada"  por alguien superior en algún tiempo no definido, imposible de comprender para nosotros, simples humanos?
Algo me dice que si, que entre estos dos seres maravillosos hay ALGO mágico, celestial, divino...que los une, los hace aparecer de distintas formas, en diferentes lugares; uno bien concreto, expresado en una fuente de piedra, maciza, objetiva, duradera...el otro un dibujo, simbólico, cargado de significados, que puede ser materializado de muchas maneras creativas diferentes sin cambiar su identidad más profunda, al alcance del mundo entero.
Uno está anclado a un lugar, una ciudad, un país, un parque determinado, inamovible; el otro deambula por cualquier parte, factible de ser poseído por cualquier persona de este planeta, liviano, pequeño, casi efímero, lleno de colores...
Personalmente, desde que vi por primera vez el ángel de Bethesda, ubicado en el Central Park, en Nueva York, algo sucedió dentro de mi, inexplicable y poderoso...me sentí atraída sin saber por qué, con un deseo imperioso de contemplarlo sin plazo de tiempo, de quedarme en ese lugar y, simplemente, mirarlo, mirarlo, mirarlo. Por mí no me hubiera movido, esa erala intensidad de la fuerza que sentía, me hubiera quedado ahí para siempre.
Durante todos estos años, lo soñé, lo añoré, busqué imágenes, objetos, cualquier cosa que me diera la sensación de que lo tenía conmigo, que me acompañaba. Cosa rara, casi no existen objetos que contengan esta imagen, lo que aumentó aún mas mi ansiedad de volver a encontrarme de frente con ella...o él...
Y el milagro se produjo este año, hace poco tiempo atrás, y debo decir que la sensación fue incluso más potente. Esta última vez tuve la suerte de poder quedarme mucho rato con ella, a su lado, sentarme en su orilla, mirarla de cerca, de lejos...fue una experiencia preciosa, intensa, deslumbrante, porque nunca pensé que iba a poder volver al lugar de mis sueños.
Si intento describirlo me cuesta sobremanera, es un sentimiento que me supera, no logro expresarlo en toda su magnitud; simplemente me toca el alma.
El Tarot, por otra parte, el gran libro de sabiduría...tiene como parte de los arcanos mayores, a La Templanza, que cierra el ciclo llamado de las tareas del desarrollo personal.
Es una carta amorosa, grata a la vista, que siempre alegra al que la encuentra; simple, sin recovecos, transparente, muestra con toda sencillez lo que es capaz de hacer...armonizar distintas situaciones, aspectos, energías vitales; entregar generosamente sus poderes curativos, de sanación, a todo aquel que los requiera.
Ahora bien, pese a que pudiera parecer una imagen delicada y frágil, todo lo efímero que un ángel puede llegar a ser, de su figura emana una fuerza y una solidez impresionantes, lo que la hace aún más atractiva, por el misterio que encierra esta contradicción en sí.
¿Será que tendremos que aprender a vivir con el enigma, la duda, la tremenda curiosidad?
Como todos los misterios que nos rodean, finalmente, luego de rodearlo, analizarlo, profundizarlo, en el intento de buscar comprenderlo, sólo nos resta entregarnos a la maravilla de lo desconocido, lo inalcanzanble, aquello que, aún estando tan cerca que pareciera que lo podemos rodear con nuestros brazos, en el fondo permanece lejano, ambiguo, ajeno a nuestra necesidad de abarcarlo todo; simplemente existiendo, maravillándonos, extasiándonos con su sola presencia.




 

BEGOÑA OSÉS
Psicóloga (UC), Diplomada en Estudios Holísticos (Syncronía), Terapeuta de Flores de Bach (SPANFLORES) y Lectora de Registros Akhásicos (Reantu).

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